By: Darris McNeely

La Biblia predice el surgimiento de una futura superpotencia llamada “Babilonia la Grande”, que regirá los acontecimientos mundiales antes del regreso de Jesucristo. Dios le dice a su pueblo: “Salid de ella . . . no tomen parte en sus pecados”. ¿Qué significa esto para usted?

Babilonia en contra de Dios

¿Podrá su religión, o su fe, hacerle frente al gran engaño que, según la Biblia, afectará al mundo en el futuro?

En la Biblia hay un fascinante y misterioso libro profético titulado Daniel, tal como el nombre de su autor. En él encontramos un bosquejo de la historia mundial, que se extiende hasta nuestros mismos días.

Mediante la historia del profeta Daniel podemos ver cómo un hombre fue capaz de mantener su fe en Dios a pesar de hallarse inmerso en una sociedad y una cultura impías, conocidas como Babilonia.

Nuestro mundo actual se parece a esta antigua cultura babilónica mucho más de lo que alcanzamos a percibir. Al estudiar la historia de Daniel, podemos entender cómo se puede mantener la fe en Dios en medio de una Babilonia moderna. Hoy, más que nunca, necesitamos las lecciones de la experiencia de Daniel para descifrar el mundo que nos rodea y vivir según Dios lo ordena.

La historia de Daniel comienza con la invasión del reino de Judá y su consiguiente deportación a Babilonia, capital de la nación más poderosa del mundo antiguo. Por voluntad de Dios y por su gran fe, Daniel y algunos de sus compatriotas más talentosos llegaron a ocupar cargos prominentes en la corte de Nabucodonosor II, uno de los personajes más enigmáticos de la historia.

Daniel tenía el don de interpretar sueños y visiones y lo usó sabiamente para glorificar a Dios, pero sin ceder a las tentaciones de la cultura babilónica. Veamos lo que la Biblia nos dice acerca de esta antigua ciudad-imperio llamada Babilonia. La historia comienza en el libro de Génesis.

La historia de un hombre y su ciudad

Todo empieza con un hombre llamado Nimrod, mencionado en Génesis 10. La Biblia no revela mucho acerca de él: “Y Cus engendró a Nimrod, quien llegó a ser el primer poderoso en la tierra. Este fue vigoroso cazador delante del Eterno; por lo cual se dice: Así como Nimrod, vigoroso cazador delante del Eterno. Y fue el comienzo de su reino Babel” (Génesis 10:8-10).

Profundicemos un poco más en lo que dice la Biblia acerca de Nimrod. Según ella, él se destacó entre sus contemporáneos y se convirtió en un “vigoroso cazador delante del Eterno”. Aquí, la palabra “delante” tiene una connotación negativa y quiere decir que “se enfrentó” a Dios para desafiarlo.

La fama de gran cazador atribuida a Nimrod puede indicar que no era simplemente un diestro matador de animales, aunque bien pudo haber demostrado su poderío mediante tal oficio y haberse hecho famoso como resultado. Este comportamiento sin duda determinó su gobierno: el régimen de un tirano.

Según Dios, el líder ideal debe ser un pastor, no un tirano. Un pastor guía y protege a quienes están bajo su cuidado. Un pastor es un amo benévolo, atento y cuidadoso que vigila y protege amorosamente a las ovejas de su rebaño, no para cazarlas, matarlas ni destruirlas. Nimrod, por el contrario, dio origen a un sistema que actúa como un depredador de personas.

El comienzo de su reino fue Babel, que creció hasta convertirse en un imperio. Babel, o Babilonia, fue una ciudad del mundo antiguo, pero es también un sistema que, de acuerdo a la Biblia, se ha hecho presente a lo largo de toda la historia humana. Esclaviza los cuerpos y las almas de las personas en un complejo entramado de economía, política y religión. Nimrod encadenó a otros a sus ambiciones malvadas y codiciosas; él es la raíz de todo lo que encarna Babilonia, la cual renacerá en el tiempo del fin para dominar al mundo en un último intento de erigir una “ciudad” o sistema que se oponga a los planes de Dios.

Dios confunde las lenguas

En Génesis se encuentra otra historia acaecida en la ciudad fundada por Nimrod, y tiene que ver con la construcción de la famosa torre de Babel.

“Tenía entonces toda la tierra una sola lengua y unas mismas palabras. Y aconteció que cuando salieron de oriente, hallaron una llanura en la tierra de Sinar [o Mesopotamia], y se establecieron allí. Y se dijeron unos a otros: Vamos, hagamos ladrillo y cozámoslo con fuego. Y les sirvió el ladrillo en lugar de piedra, y el asfalto en lugar de mezcla. Y dijeron: Vamos, edifiquémonos una ciudad y una torre, cuya cúspide llegue al cielo; y hagámonos un nombre, por si fuéremos esparcidos sobre la faz de toda la tierra.

“Y descendió el Eterno para ver la ciudad y la torre que edificaban los hijos de los hombres. Y dijo el Eterno: He aquí el pueblo es uno, y todos estos tienen un solo lenguaje; y han comenzado la obra, y nada les hará desistir ahora de lo que han pensado hacer. Ahora, pues, descendamos, y confundamos allí su lengua, para que ninguno entienda el habla de su compañero”.

“Así los esparció el Eterno desde allí sobre la faz de toda la tierra, y dejaron de edificar la ciudad. Por esto fue llamado el nombre de ella Babel, porque allí confundió el Eterno el lenguaje de toda la tierra, y desde allí los esparció sobre la faz de toda la tierra” (Génesis 11:1-9).

Aquí vemos a un grupo de gente que comparte un mismo lenguaje y que comienza a desarrollar una civilización a partir del ladrillo y la piedra, diciendo: “Edifiquemos una ciudad y una torre cuya cúspide llegue al cielo”. Esto es un símbolo de la pretensión humana de exaltarse, a través de la cultura, para superar a Dios.

La torre de Babel representa una unidad cultural en la cual las personas trabajan y crean juntas. Las intenciones de sus constructores de edificar una torre que llegara “al cielo” demuestran su esfuerzo por desafiar el plan y el propósito de Dios.

Dios no podía permitir tal atrevimiento, así que confundió su lenguaje con el fin de dispersarlos. ¿Qué vio Dios en los corazones de estas personas cuando construían aquella torre? Nada menos que su determinación de obstaculizar y frustrar su plan mediante un proyecto global que sacaría partido a las riquezas y habilidades humanas.

En Babel se plantó la semilla de un sistema que se ha mantenido vigente durante toda la historia de la humanidad hasta nuestros días y que seguirá aún más allá. Babilonia, la ciudad y posterior imperio que surgió de ella, representa la sociedad que se opone al modo de vida de Dios. Este gran imperio seguiría creciendo y posteriormente destruiría los muros de Jerusalén y quemaría el templo construido en honor a Dios.

Es importante no olvidarse de Babel ni de Nimrod. Él no fue ni será el último personaje bíblico en desafiar a Dios de esta manera, pues un gobierno muy similar volverá a aparecer en el tiempo del fin.

Daniel se opone a Babilonia

Remontémonos a la época de Daniel y analicemos el carácter de este profeta. Daniel fue uno de los cautivos judíos transportados a Babilonia después de que los ejércitos de Nabucodonosor invadieran Judá. Nabucodonosor era un déspota, el heredero espiritual de Nimrod, que comandaba los ejércitos y el sistema político-religioso surgido de la cultura fundada por este. Babilonia era la versión ampliada y más poderosa de Babel. Daniel iba a necesitar gran fe y valor para oponerse a esta cultura.

Daniel fue llevado a Babilonia para ser preparado como funcionario de gobierno. En la corte del rey había abundancia de comida, vino y manjares, es decir, era un centro de placer físico. Los babilonios le daban gran importancia a sus festejos y no practicaban las restricciones bíblicas en cuanto a los alimentos, pero para Daniel esto no era una opción. Él sabía que Dios había establecido ciertas normas alimentarias para los seres humanos (ver Levítico 11). La ley de Dios había definido su vida, y Daniel no estaba dispuesto a cambiar de opinión.

Después de escuchar los requerimientos necesarios para servir en la cultura babilónica, “Daniel se propuso no contaminarse con la comida y el vino del rey, así que le pidió al jefe de oficiales que no lo obligara a contaminarse” (Daniel 1:8, Nueva Versión Internacional).

Daniel estaba firmemente decidido a no transigir con las enseñanzas y leyes eternas e inmutables que había aprendido en Judea a cambio de su conveniencia, o simplemente por seguir la corriente. Aún frente a las múltiples tentaciones de Babilonia se mantuvo leal a su fe y a la forma de vida que conocía, incluso en lo que se refería a la comida. Y Dios premió su fe.

Más tarde, cuando Daniel supo que el rey había tenido un sueño que nadie había podido interpretar, pidió tiempo para poder averiguar el sueño y su significado. Junto a sus amigos, Daniel buscó las “misericordias del Dios del cielo sobre este misterio” (Daniel 2:18).

Este es un gran contraste con la actitud de Nimrod, el déspota  que se enfrentó a Dios y desafió su soberanía. ¡Usted y yo deberíamos ser como Daniel!

Discierna los tiempos, como Daniel

Daniel fue un hombre justo que se encontró atrapado en un período de gran agitación mundial. Pero en vez de sucumbir a los rápidos cambios que ocurrieron en su vida, enfrentó la situación redoblando su fe y creencia en el gran Dios. En lugar de ceder al atractivo y la grandeza de Babilonia, recordó la nobleza y la humildad de Jerusalén, ciudad escogida por Dios, y optó por mantenerse firme a la fe de sus padres y obedecer a Dios antes que a los hombres.

Además, él quería entender lo que esta gran ciudad-imperio, Babilonia, significaba para el mundo. Según un término usado por Jesús, Daniel quiso “discernir” su tiempo. Quiso comprender los acontecimientos y las tendencias de su época. Buscó a Dios en oración pidiéndole sabiduría y conocimiento sobre estos sucesos, y Dios se los concedió.

¡Dios puede darle ustedes a misma comprensión! Los noticieros de hoy están colmados de acontecimientos que están transformando al mundo que una vez conocimos. ¿Cómo entendemos esto a la luz de lo que enseña y predice la Biblia? ¡Haciendo lo que hizo Daniel! ¡Yendo a Dios en oración y estudiando la Biblia para entender lo que está sucediendo en el mundo! Daniel oraba tres veces al día y le pedía a Dios que le ayudara a comprender los sucesos de su época (Daniel 6:10). Como resultado, Dios le otorgó gran entendimiento acerca de la historia del mundo hasta nuestros días e incluso hasta el regreso de Jesucristo.

¿Por qué es importante que podamos discernir nuestros tiempos? Porque está profetizado que la Babilonia del tiempo de Daniel se manifestará nuevamente, ¡pero en una versión moderna que surgirá nada menos que del mundo actual!

La Babilonia del futuro

Dios le dio a Daniel el entendimiento y la interpretación del sueño del rey Nabucodonosor. El monarca había soñado con una  gigantesca estatua hecha de diferentes materiales (Daniel 2). En el sueño, la cabeza de oro de la imagen representaba Babilonia. La cabeza dirige al cuerpo y, como tal, Babilonia fue un sistema secular que aún ejerce gran impacto en el mundo de hoy.

Interpreter’s Dictionary of the Bible (Diccionario bíblico del intérprete) dice lo siguiente acerca de Babilonia: “Babilonia . . . se entiende como el modelo y prototipo de toda la arraigada oposición mundana contra Dios. Babilonia es una realidad ancestral. Babilonia, la madre de todas las rameras, es la gran originadora y sustentadora de la hostilidad contra Dios . . . que le da poder y autoridad a los falsos dioses . . . Es la antítesis de la novia virginal de Cristo, la ciudad santa, la Nueva Jerusalén, el reino de Dios” (p. 338, “Babylon” [Babilonia]).

Actualmente, muchos reinos se encuentran en guerra como consecuencia de la historia de Babilonia descrita en el libro de Daniel. Al retomar la historia en Apocalipsis 17, podemos  encontrar una serie de acontecimientos futuros que resumen el capítulo final de la historia de Babilonia la Grande.

En Apocalipsis 17 se nos habla de un tiempo futuro en el cual el mundo vivirá momentos críticos debido a la codicia, la guerra y la incompetencia humanas. Los sistemas globales de comercio y gobierno estarán al borde de la catástrofe. Si no se hace algo, tanto el sistema monetario como las estructuras económicas terminarán colapsando.

Vemos que justo cuando los ejércitos se apresten a reunirse y la gente no haga más que blasfemar a Dios, surgirá una entidad que prometerá proteger y preservar el orden mundial del planeta.

El apóstol Juan ve en la visión a una mujer montada en una bestia (Apocalipsis 17:3). Esta mujer simboliza una iglesia falsa, un sistema religioso que tiene influencia sobre los gobiernos políticos a lo largo de la historia. Aquí, la bestia representa un sistema político.

¿Qué significa esto? En pocas palabras, estamos ante la descripción bíblica de una combinación iglesia-estado como la que existió en tiempos antiguos. La “bestia” de varias cabezas, sobre la cual cabalga esta mujer, representa una relación histórica entre un sistema religioso y político que se ha mantenido vigente hasta hoy a través de los siglos. En este pasaje Juan está viendo este sistema en su aspecto final, como un poder global que sorprenderá al mundo.

Semejante escenario puede parecer imposible si observamos la forma en que está estructurado nuestro mundo actual. En Europa, la religión no es el gran poder que se representa aquí; no obstante, la religión en Europa no ha muerto, ni tampoco en otras partes del mundo. La religión actualmente se enseñorea del Medio Oriente con el auge de un islam belicoso y su impacto en todo el mundo.

El extraordinario ejemplo de Daniel en medio de la antigua Babilonia debe servirnos de lección para cuando tengamos que enfrentar a la venidera Babilonia la Grande. Tal como la Babel en tiempos de Nimrod, la Babilonia de los tiempos del fin desafiará a Dios.

Babilonia gobierna un mundo en ruinas

¿Cómo llegará al poder este sistema babilónico de los tiempos finales? La Biblia muestra que habrá una crisis tan espantosa, que el mundo se estremecerá de temor. En ese momento alguien se ofrecerá para dar una solución a la crisis mundial, y a continuación surgirá un poderoso sistema político-religioso que engañará al mundo entero.

El libro de Apocalipsis describe simbólicamente la culminación de aquel tiempo: “Y vi salir de la boca del dragón, y de la boca de la bestia, y de la boca del falso profeta, tres espíritus inmundos a manera de ranas; pues son espíritus de demonios, que hacen señales, y van a los reyes de la tierra en todo el mundo, para reunirlos a la batalla de aquel gran día del Dios Todopoderoso” (Apocalipsis 16:13-14).

¿Qué significa todo esto? El dragón mencionado aquí es un símbolo de Satanás, el gran engañador de la humanidad. Dios abre la cortina para revelar el verdadero poder detrás de la convulsión mundial tanto de hoy como del tiempo del fin. Las naciones del mundo están en guerra debido a las poderosas fuerzas espirituales que se oponen a Dios y sus propósitos en la Tierra.

Esta postrera Babilonia la Grande superará cualquier cosa jamás soñada por quienes ostentaron el poder en el mundo antiguo, pero su intención seguirá siendo la misma: oponerse a Dios y acabar con su magnífico propósito para la vida humana.

Entonces, ¿qué significado tiene realmente todo esto para usted? Lo que la Biblia revela acerca del futuro es a todas luces fascinante, y es importante estar enterados y conscientes de ello. Pero ¿por qué debería preocuparnos?

Este conocimiento debe motivarlo a tener una conducta santa.Necesita incluir a Dios en todos los aspectos de su vida para evitar ser engañado. Jesús quiere que usted entienda esta lección: “He aquí, yo vengo como ladrón. Bienaventurado el que vela, y guarda sus ropas, para que no ande desnudo, y vean su vergüenza” (Apocalipsis 16:15).

Jesucristo nos dice que debemos examinar nuestra condición espiritual.Si su vida espiritual no está afianzada en una enseñanza bíblica sólida, una fe firme y una buena conducta moral, ¡usted está en peligro de ser atrapado en la red del engaño de este tiempo del fin!

Prepárese ahora para reconocer a Babilonia

¿Cree usted que tiene la capacidad de reconocer el engaño del tiempo del fin? ¡No esté tan seguro! Es posible que se considere una buena persona, en paz con Dios y seguidor de Jesucristo. Sin embargo, ¡hoy en día mucha gente religiosa y sincera carece de la convicción y la valentía (basadas en la enseñanza bíblica) que puedan hacer frente a este engaño!

Puede que su creencia religiosa no sea lo suficientemente fuerte como para evitar el engaño venidero. ¡Su religión podría ser parte de este sistema del tiempo del fin! Es necesario que comprenda que usted mismo podría llegar a ser parte de este sistema, sin saberlo.

La Babilonia del tiempo del fin es el último intento de Satanás por destruir la creación humana y acabar con el propósito eterno de Dios. Sin embargo, Dios no permitirá que este engaño llegue tan lejos.

Dios dice a cualquiera que escuche y entienda: “Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis partícipes de sus pecados, ni recibáis parte de sus plagas” (Apocalipsis 18:4).

¿Prestará atención y saldrá? ¿Va a ser como un Daniel en medio de esta moderna Babilonia, proponiéndose obedecer a Dios sin importar el costo?

Babilonia la Grande, según se describe en el Apocalipsis, es una cultura atractiva. Ahora mismo estamos viviendo en medio de su sistema, que empieza a surgir y tomar forma ante nuestros propios ojos. De hecho, en muchos sentidos, la Babilonia moderna que continúa la antigua labor de Satanás ya está aquí.

Vivimos en la época más próspera de toda la historia humana. Nuestra economía global ha producido maravillas tecnológicas que superan hasta la imaginación más fértil. Pero no se deje arrullar ni convencer por los valores morales, culturales y espirituales de la Babilonia descrita en el libro del Apocalipsis.

Hoy estamos siendo condicionados para tolerar y aceptar estilos de vida e inmoralidad que contradicen directamente la enseñanza bíblica. ¡No se deje engañar por ellos ni transe con lo que Dios manda!

Así como Daniel resistió las tentaciones de la Babilonia de Nabucodonosor, nosotros debemos permanecer fieles a Dios. Una vez más, Dios le dice a su pueblo que salga de este sistema falso o tendrá que enfrentar su juicio.

¿Va a tomar la decisión de salir de Babilonia y vivir una vida santa en el mundo actual? ¿Qué hará con el entendimiento que tiene? ¿Está buscando una iglesia que siga la enseñanza bíblica? ¿No será tiempo de asegurarse de que lo que usted cree y practica se basa realmente en la Palabra de Dios?

Haga el compromiso de adorar a Dios de acuerdo a la verdad bíblica y no a la tradición humana. Tómese el tiempo para estudiar la Biblia y llegar a conocer al verdadero Dios. ¡Hónrelo como él quiere ser honrado, no por medio de las tradiciones creadas por los hombres! 

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