Para asegurar la paz y promover el progreso; reclamó un mayor compromiso hacia los derechos humanos

CIUDAD DEL VATICANO (ANSA).– El papa Juan Pablo II pidió ayer una nueva organización de las naciones y una carta de los deberes de los Estados respecto de los derechos humanos universales, en un mensaje por la Jornada Mundial de la Paz que se celebrará el 1° de enero.

“Llegó el momento en el que todos deben colaborar en una nueva organización de la familia humana, para asegurar la paz entre los pueblos y promover su progreso integral”, afirmó el Pontífice.

“No es cuestión de constituir un súper Estado global, lo que quiero subrayar es la urgencia de acelerar los progresos en curso para responder a la demanda de métodos democráticos en el ejercicio de la autoridad política, a nivel nacional e internacional, y para responder a la exigencia de transparencia y credibilidad a todos los niveles de la vida pública”, subrayó.

Juan Pablo II sostuvo en su mensaje que la posibilidad de una autoridad pública internacional al servicio de los derechos humanos había sido planteada hace ya 40 años por Juan XXIII en su encíclica “Pacem in terris” (La paz en la tierra), y que aún no pudo concretarse.

El objetivo de fondo es la necesidad de afirmar “un nuevo orden moral internacional”, hacia el cual, en estos 40 años, “hubo un notable progreso”, ejemplificado por el hecho de que “los Estados, en casi todas partes del mundo, se sienten obligados a respetar la idea de los derechos humanos”.

No se trata, aclaró, de crear una nueva ONU, sino un modo diferente de ejercer la actividad política internacional que, como toda actividad humana, nunca está desvinculada de la necesaria moralidad.

En la ONU

El Vaticano, representado actualmente ante la ONU por “un observador permanente”, podría convertirse en miembro pleno, como dio a entender recientemente el cardenal secretario de Estado, Angelo Sodano. “La presencia de la confianza en las relaciones internacionales es un capital social de valor fundamental”, insistió Juan Pablo II.

Agregó que es particularmente importante el respeto de los compromisos y de los acuerdos asumidos con los países pobres, con los cuales la distancia del respeto de los derechos humanos “debe ser urgentemente reducida y por último superada”.

“En esta perspectiva, la falta de adecuación a los compromisos asumidos con las naciones en vías de desarrollo constituye una cuestión moral y pone a la luz la injusticia de las desigualdades existentes en el mundo”, subrayó el Pontífice.

Aunque en estos 40 años hubo progresos, “se deben registrar frecuentes dudas de parte de la comunidad internacional en el deber de respetar y aplicar los derechos humanos, que se extiende a todos los derechos fundamentales y no permite elecciones arbitrarias, que llevarían a realizar formas de discriminación e injusticia”.

El tema de Medio Oriente ocupó un capítulo especial en el documento del Papa, que sostuvo que “un progreso real para la paz en esa región será posible sólo cuando los dirigentes sean capaces de rever su gestión del poder”.

La meta de la paz en Tierra Santa hasta ahora fue imposible de cumplir por el “rechazo recíproco y por el choque de intereses de la comunidad internacional”, afirmó.

Medio Oriente es quizás el lugar del mundo donde más se advierte “la necesidad de un uso correcto de la autoridad política”, subrayó.

“Día tras día y año tras año el efecto acumulativo de un exasperado rechazo recíproco, con una cadena infinita de violencias y venganzas, destrozó todo intento de iniciar un diálogo serio”, destacó.

“La precariedad de la situación –agregó– se volvió más dramática por el choque de intereses existente entre los miembros de la comunidad internacional.”

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