By: eluniverso.com
Los hallazgos, publicados en la revista Nature, podrían suponer un importante paso en la gestión futura de los trastornos del crecimiento y la pubertad.
Un grupo de investigadores descubrieron cómo el cerebro es capaz de detectar el estado de nutrición del organismo y utilizar esa información para regular el crecimiento en niños y su maduración sexual.
Los hallazgos, publicados en la revista Nature, podrían suponer un importante paso en la gestión futura de los trastornos del crecimiento y la pubertad, así como en la mejora de la salud de las personas que padecen fragilidad causada por enfermedades crónicas.
Además, podrían explicar cómo los seres humanos han crecido más y han alcanzado la madurez sexual antes en el último siglo (la altura media aumentó unos 10 centímetros en el Reino Unido y hasta 20 en otros países).
La clave: Un receptor del cerebro
Aunque los científicos llevan mucho tiempo sugiriendo que este fenómeno podría estar relacionado con un mejor acceso a los alimentos de embarazadas y niños, hasta ahora no se había entendido con precisión cómo el cuerpo percibe su estado de nutrición y convierte esa información en crecimiento y maduración sexual.
En este nuevo estudio, dirigido por investigadores del Instituto de Ciencias Metabólicas de la Universidad de Cambridge, se ha constatado el papel del llamado receptor (proteína) de melanocortina 3 (MC3R), informa un comunicado de la organización Investigación e Innovación de Reino Unido.
Así, los científicos descubrieron cómo este receptor del cerebro detecta el estado nutricional y regula el crecimiento y el momento de la pubertad.
Hallaron que, en respuesta a señales nutricionales, el sistema MC3R controla la liberación de hormonas clave que regulan el crecimiento y la maduración sexual.
¿Cómo se realizó el estudio?
Para demostrar su relación con los humanos, el equipo buscó entre el medio millón de voluntarios del Biobanco del Reino Unido a personas con mutaciones genéticas naturales que alteran la función del MC3R.
Identificaron a miles de personas portadoras de diversas mutaciones en el gen MC3R y descubrieron que estas eran de media más bajas y entraban en la pubertad más tarde que las que no tenían ninguna mutación.
Después los comprobaron en niños. De una base de datos, identificaron a seis con mutaciones en el MC3R y constataron que eran más bajos y tenían menor masa magra y peso durante toda la infancia, lo que demuestra, según los autores, que este efecto comienza muy pronto en la vida.
Para Stephen O’Rahilly, de la Universidad de Cambridge, “este descubrimiento muestra cómo el cerebro puede percibir los nutrientes e interpretar esto para tomar decisiones subconscientes” que influyen en el crecimiento y desarrollo sexual.
La constatación de que la actividad de la vía del MC3R influye en la cantidad de masa magra apunta que se debería investigar si los fármacos que activan selectivamente el MC3R podrían ayudar a redirigir las calorías hacia el músculo y otros tejidos magros, ayudando así a las personas que padecen fragilidad por enfermedad crónica.
En el estudio también participaron la Universidad Queen Mary de Londres, la de Bristol, la de Michigan y la de Vanderbilt (las dos últimas en Estados Unidos).