By: Jane C. Hu

Las frases absurdas que Duolingo utiliza son un fenómeno en internet. Pero más allá de su gracia, tienen utilidad en la enseñanza de idiomas.

En noviembre de 2020, la humedad del otoño se había instalado en Seattle. Con la pandemia en su pico más alto y las reuniones al aire libre que resultaban menos atractivas, mi vida social cayó en picada. Para llenar mis tardes, decidí dedicarme a esas cosas que siempre dije que haría si tuviera más tiempo, como practicar chino. Aunque crecí hablando mandarín, nunca había dominado la lectura o la escritura de caracteres, así que abrí mi cuenta de Duolingo, que llevaba mucho tiempo olvidada, y me comprometí a tomar al menos una lección al día.

Ya sea que domines un idioma o seas un completo principiante, Duolingo no te enseña el lenguaje de la misma forma a como lo aprendiste en la escuela, con listas de vocabulario y conjugaciones verbales. En lugar de eso, te hace entrar de lleno y empezar a relacionar palabras con sus significados o traducir frases. Mis lecciones empezaron de forma sencilla, con nuevo vocabulario y frases para practicar la gramática. De vez en cuando había alguna que me hacía reír, como “Es guapo pero no es buena persona” o “Hay demasiada gente aquí”. Otras, en el contexto de la pandemia, me resultaron inesperadamente conmovedoras: “Este año no puedo celebrar el Año Nuevo chino con mi familia” y la simple pero aterradora pregunta: “¿Eres feliz?”. Pronto mis lecciones se desviaron hacia lo absurdo. Podía imaginarme escenarios muy concretos en los que necesitaría saber decir “Se bebió tres botellas de Baijiu y ahora está durmiendo” o “Tengo 1,500 fotos de gatos en mi teléfono”, pero no parecían el tipo de frases que necesitaría saber escribir.

Una rápida búsqueda en Google me mostró que yo no era la única que sentía curiosidad por estas extrañas frases. Ningún fenómeno de internet está completo si no hay cuentas de Tumblr y Twitter dedicadas a documentarlo. Los usuarios compartían frases sin sentido como “La novia es una mujer y el novio un erizo” o “El hombre come helado con mostaza“. Había otras llenas de angustia existencial, como “Estoy comiendo pan y llorando en el suelo” y “Hoy miraré a lo lejos y también lloraré”, ambas  nominadas por los usuarios de Duolingo como “las frases de 2020″. Era claro que esas frases tontas eran una especie de estrategia, pero ¿exactamente qué intenta Duolingo conseguir con ellas?

Para averiguarlo, fui directamente a la fuente. Cindy Blanco, científica del aprendizaje en Duolingo, me explicó que el contenido de la empresa es generado por equipos de idiomas específicos, cada uno de los cuales tiene sus propias peculiaridades. Las lecciones de noruego y sueco, por ejemplo, suelen incluir referencias a la música grunge de los 90. A algunos equipos siempre les ha gustado agregar frases raras o divertidas, y con el paso del tiempo los creadores de los cursos tomaron la decisión explícita de incluirlas, bajo la teoría de que las frases raras tienen el potencial de impulsar el aprendizaje. Pregunté cómo funciona eso, y Blanco me explicó que la gente suele aprender mejor cuando hay diferencia entre lo que espera y lo que realmente encuentra. “Cuando hay un conflicto entre las expectativas y la realidad, se desencadenan respuestas en el cerebro”, dijo Blanco. “Te obliga a prestar más atención a lo que estás viendo”. Por ejemplo, cuando ves una frase como “La novia es una mujer y el novio es un…”, es probable que tu cerebro la rellene con la palabra “hombre”, por lo que la palabra “erizo”que utiliza Duolingo resulta una sorpresa. Y así, voilà, te has visto obligada a prestar más atención.

Sam Dalsimer, jefe global de comunicaciones de Duolingo, me dijo que este enfoque en parte se basa en la investigación de un equipo de psicólogos de la Universidad de Gante en Bélgica, publicado en PLOS en 2018. De modo que me puse en contacto con los autores del artículo. Tom Verguts, un profesor de psicología que dirige el laboratorio donde se llevó a cabo la investigación, me dijo que nunca había oído hablar de Duolingo y que no estaba al tanto de que los investigadores de allí estuvieran familiarizados con su trabajo. Sin embargo, pareció satisfecho de que su investigación hubiera servido de algo, y estuvo de acuerdo en que la “extrapolación” que Blanco y su equipo asumían podía ser válida.

El artículo de Verguts estudió lo que los investigadores llaman “errores de predicción de recompensa”, es decir, el concepto de que el aprendizaje se produce cuando te encuentras con un resultado inesperado. (Una vez más, piensa en erizo en lugar de novio). Hay muchas evidencias de que la sorpresa ayuda a las ratas o a los primates a aprender de forma pasiva cosas como obtener una golosina, pero Verguts y sus colegas querían ver si los errores de predicción de recompensa podían mejorar la capacidad de los humanos para aprender algo de manera intencional, como nuevo vocabulario. Para ello, los investigadores le enseñaron vocabulario en suajili a un grupo de hablantes de neerlandés, con un método que los usuarios de Duolingo podrían reconocer: un programa informático mostraba una palabra en neerlandés y luego proporcionaba una, dos o cuatro palabras en suajili para que el usuario las seleccionara como traducción correcta. Como estos hablantes de neerlandés no sabían suajili, cada selección era esencialmente una suposición, y después de cada suposición el participante recibía retroalimentación sobre si había adivinado correctamente. Una vez que los participantes habían pasado por el programa, se les evaluaba para ver si recordaban las palabras correctas.

Resultó que las personas a las que se les habían dado cuatro opciones obtuvieron mejores resultados en la prueba final. Verguts llegó a la conclusión de que esto se debía a que cuando esas personas adivinaban la respuesta correcta entre cuatro opciones, se sorprendían más que las que elegían entre dos opciones. (Los participantes que tenían nada más una opción no se sorprendían en lo absoluto.) “Solo se puede aprender haciendo una predicción”, dice Verguts, y cuando se dan cuatro opciones, es más inesperado elegir la correcta. Ese resultado inesperado –es decir, un error de predicción de recompensa– es más sorprendente, y podría servir como un tipo de recompensa que impulsa un mayor aprendizaje.

Las frases tontas o divertidas son igual de inesperadas, y podrían desempeñar un papel similar en el aprendizaje de idiomas. “Mi interpretación es que el humor es un tipo de ‘error de predicción’”, dice Verguts. Las frases predecibles –por ejemplo, “La novia era una mujer y el novio era un hombre”– son habituales y poco llamativas. Las oraciones erráticas (lo que los lingüistas llamarían “oraciones semánticamente impredecibles”) suelen ser simplemente absurdas, como “La mesa atravesó la verdad azul”. Pero hay algo en medio, que es donde reside el humor, especula Vergut. “La novia es una mujer y el novio es un erizo” es un ejemplo perfecto de ese punto medio entre lo rutinario y lo disparatado.

Vergut no sabe de ningún estudio que analice directamente si el juego o el humor pueden impulsar el aprendizaje. La bibliografía que encontré eran informes –no estudios– de profesores de idiomas que trabajan en un aula, no en una aplicación. Le pregunté a Nicole Holliday, profesora asociada de lingüística en la Universidad de Pensilvania y presentadora del podcast de lingüística Spectacular Vernacular,de Slate, por qué los investigadores no han profundizado en la relación entre el aprendizaje y el humor. ¿Una razón? “Las cosas chistosas no son chistosas para todos”, comenta. Yo puedo reír a carcajadas si me encuentro la frase “Vendo refrigeradores, ¿entiendes?” en una clase, pero otros pueden no estar de acuerdo. Es muy difícil cuantificar el humor, y aun más difícil sería descifrar el papel que nuestra apreciación subjetiva del humor tiene en el aprendizaje, además de los muchos otros factores que intervienen en el aprendizaje de idiomas. “Los adultos no son pizarras en blanco”, dice Holliday. “Hay mucha variación en la capacidad natural de adquirir el lenguaje y en la motivación de las personas”.

Pese a la falta de estudios puntuales al respecto, Holliday afirma que el humor podría impulsar el aprendizaje simplemente porque aumenta la motivación de las personas para aprender. Es muy sencillo: si ves algo divertido en Duolingo, es más probable que disfrutes de la experiencia y que vuelvas a utilizar la aplicación. También es posible que vuelvas a una frase especialmente interesante más tarde; por ejemplo, Holliday dice que hace capturas de pantalla de frases divertidas o cuenta historias interesantes sobre los personajes de la aplicación. Eso refuerza su aprendizaje y hace que quiera seguir con sus lecciones. Esto es especialmente importante para una aplicación como Duolingo, que compite con la gran cantidad de otras aplicaciones adictivas de tu teléfono. “Nuestros usuarios pueden abrir TikTok”, dice Dalsimer. (Por cierto, si aún no has visto los videos y comentarios casi desquiciados de Duolingo en TikTok, vale la pena verlos).

Holliday también señala que las frases extrañas forman parte del aprendizaje del lenguaje. La belleza de los idiomas es su infinita capacidad para transmitir cualquier cosa que podamos experimentar o imaginar. La gente acaba utilizando combinaciones novedosas de palabras todo el tiempo; yo guardo una lista de frases en inglés con las que me encuentro y que sospecho que nunca antes se habían pronunciado en la historia del idioma. (Mis dos favoritas del último año son “Hot Pockets heiress” y “regime-occupied Safeway“). Y seamos realistas: dado el estado del planeta, podría valer la pena saber decir “estoy comiendo pan y llorando en el suelo” en varios idiomas.

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