El Elder Marion G. Romney, en ese entonces miembro del Quórum de los Doce Apóstoles, enseñó:

“Jesucristo, en el sentido de ser su Creador y Redentor, es el Señor de todo el universo. Excepto por su ministerio mortal llevado a cabo- en esta tierra, su servicio y relación con los otros mundos y sus habitantes, son los mismos que los de esta tierra y sus habitantes.

Moisés no le pidió a Dios que lo instruyera detalladamente, acerca de los otros mundos. Simplemente dijo:

«… Oh Dios,… dime acerca de esta tierra y sus habitantes, y los cielos también; entonces quedará conforme tu siervo.» (Moisés 1:38)

En La Perla de Gran Precio está registrado un maravilloso relato de lo que se le dijo a Moisés acerca de esta tierra y su relación con Jesucristo.

En las escrituras queda asentado el hecho de que la manera más segura o la única, para entender a Jesús como Señor del universo, es obtener una comprensión de su relación con este mundo y sus habitantes.”

“En conclusión, les testifico que estos grandes testimonios en cuanto al hecho de que Jesucristo es el Señor del universo son verdaderos, que El también es nuestro Salvador y que el Evangelio de Jesucristo es universal, el único plan por el que los hombres siempre han sido o pueden ser exaltados.

(Véase “Jesucristo, Señor del Universo”, Liahona, abril de 1969, págs. 10-13)

“Cristo es el Creador y Redentor de mundos tan numerosos que no pueden ser numerados por el hombre. En cuanto a sus proyectos infinitos y eternos de creación y redención, la palabra divina atestigua: «Y he creado incontables mundos«, dice el Padre, «y también los he creado para mi propio fin; y por medio del Hijo, que es mi Unigénito… Pero sólo te doy un relato de esta tierra y sus habitantes.» Tocante a todos los demás mundos creados por la mano del Señor, sólo sabemos que es su obra y gloria «llevar a cabo«, por medio del Redentor, «la inmortalidad y la vida eterna» de todos sus habitantes. (Moisés 1:33, 35, 39)

En lo que posiblemente sea la visión más gloriosa dada al hombre en esta dispensación, José Smith y Sidney Rigdon vieron al «Hijo, a la diestra del Padre«, y «oyeron la voz testificar que él es el Unigénito del Padre; que por él, por medio de él y de él los mundos son y fueron creados, y sus habitantes son engendrados hijos e hijas para Dios«. (DyC 76:20, 23-24) De manera que Cristo es el Creador y el Redentor, por El fueron hechos los mundos, y por medio de su infinita Expiación, los habitantes de esos mundos son adoptados a la divina familia como sus co-herederos. Fue acerca de esta visión y como resultado de esta disposición que permite que los santos se conviertan en hijos de Dios, por medio de la fe, que José Smith escribió:

«Y oí una gran voz que atestiguaba del cielo, Él es el Salvador y el Unigénito del Padre; por El, por medio de Él y de Él se hicieron todos los mundos, aun todos los que se mueven en los cielos tan amplios. Cuyos habitantes también, desde el primero hasta el último, son salvos por nuestro Salvador; y son, por supuesto, hijos e hijas engendradas de Dios por intermedio de las mismas verdades y los mismos poderes

(Traducción libre, Milienial Star, vol. 4, págs. 49-55; citado en Mormon Doctrine, 2da. edición, Salt Lake City: Bookcraft, 1966, pág. 66)

La naturaleza infinita y eterna de la Creación y la redención está más allá del alcance de la comprensión humana. Agradecemos que el Señor nos haya dado esta vista fugaz de la sempiterna verdad relacionada con sus obras infinitas.”

(Cristo y la creación por el Elder Bruce R. McConkie, Liahona Setiembre 1983. Pág. 25-27)

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